domingo, 18 de diciembre de 2011

Capítulo 20.

~~Narrador: Niall~~

La idea que se me había ocurrido era una de las mejores de toda mi vida. Bajé rápidamente y hablé con la recepcionista para conseguir una habitación de última hora. Pedí una con una cama doble, y aceptó a cambio de un dinero extra. Por supuesto, yo pagaría lo que hiciera falta para pasar aquella noche con Cathy. Me dio las llaves del cuarto nuevo y subí para decírselo.
- Cathy, tenemos que subir otro piso.
- ¿Eh? ¿Y eso?
- Es una sorpresa, ¿vienes o no? - dije con una sonrisa pícara.
- Bueno, me has convencido.
Cogí su mano y subí con ella. Al llegar a la puerta, cogí la llave de mi bolsillo trasero y me dispuse a abrir la puerta.
- ¿Tienes llave de esta puerta? - me preguntó sorprendida.
- La acabo de ir a pedir, ¿por qué crees que fui abajo? - dije riendo.
Ella rió también. Era perfecta, la quería y jamás la dejaría marchar.
Cuando entramos, me encontré con algo mejor de lo que me esperaba. Era un salón amplio con una puerta al fondo, la que supuse sería el cuarto con la habitación.
- Wow... - exclamó ella.- ¿Y todo esto?
- Vamos a pasar la noche juntos.
Volví a guardar las llaves en el  bolsillo y me quedé mirándola. Parecía un poco insegura, así que intenté tranquilizarla con un abrazo.

~~Narrador: Cathy~~

Los brazos de Niall me resultaron reconfortantes. Iba a pasar mi primera noche con él, y no sabía si íbamos a dormir. Suponía que esos no eran los planes de Niall.
- Pero sólo si tú quieres - me susurró.
- Sí, claro que quiero pasar la noche contigo. Lo llevo esperando... diría que meses - no pude evitar reírme ligeramente.
- Entonces ven.
Me tomó de la mano y me hizo cruzar con él la puerta del fondo. Detrás de ella, se escondía una bonita cama, de sábanas blancas y azules. Las paredes eran de un blanco sucio y los muebles de madera de pino. Un pequeño frescor entró por la ventana aún abierta, la cual Niall se apresuró en cerrar. Después, me cogió de la cintura y me arrimó a él.
- ¿Estás segura? - me miró con ojos preocupados. Me protegía demasiado.
- Sí - suspiré - Completamente segura.
Me sonrió y entonces todo empezó.
Sus labios colisionaron con los míos en una gran explosión. No había sido como las otras veces, había sido aún mejor. Quizás porque sabía lo que vendría después.
Sus manos acariciaban mi espalda con suavidad y yo hacía lo mismo con su cabello rubio y tan perfecto. En pocos segundos, me tiró con suavidad en la cama, yendo él detrás, y ambos nos vimos allí tumbados, sin despegar nuestros labios un sólo milímetro.
En parte quería que llegara aquel momento, pero otra parte de mí no se sentía preparada. Hacía apenas... ¿cuánto? ¿Dos meses? Sí, dos meses, era mi ídolo, imposible de alcanzar. Y ahora estaba allí, justo delante de él, a punto de hacer algo con lo que había soñado muchas veces.
Sin pensarlo demasiado, automáticamente bajé mis manos hasta su cintura para subir su camiseta, la cual finalmente quedó tirada en el suelo. Él se giró, dejándome a mí arriba, e hizo lo mismo.
En unos minutos, estábamos en ropa interior. Su piel sobre la mía. Todo perfecto.
- Espera un segundo - me dijo.- En nada estoy aquí.
Salió por la puerta y esperé unos escasos segundos. Entonces, apareció con una cajita de bombones y una sonrisa.
- ¿De dónde has sacado eso? - pregunté asombrada, incorporándome en la cama.
- En esta habitación siempre hay una caja de regalo para las parejas que se quedan a dormir. Me acordé, y quería ir a por ella.
Se acercó, y antes de que se sentara a mi lado, pude admirar su cuerpo entero como se merecía. Era precioso, hermoso. Nunca había visto algo igual.
Cogió un bombón de la caja que tenía muy buena pinta y me miró alzando una ceja. Sabía lo que quería hacer, así que abrí la boca de un modo que me pareció totalmente absurdo, y poco a poco me lo acercó. Pero aún no me lo daba, por lo que cerré la boca.
- Niall, ¿te das cuenta de que parecía idiota con la boca abierta? - protesté entre risas.
- Oh, ¡pero si estabas muy mona! Venga, ahora sí que te lo doy, abre la boca.
No me fiaba demasiado, pero aún así le hice caso y esta vez sí lo posó en mi lengua y pude saborearlo.
- Mm... no está mal. - dije sonriendo.- ¿Tú no quieres?
- Si tú me lo das... - dijo pícaro.
- Vale - reí y cogí uno de chocolate blanco. - Abre la boca... - me mordí el labio y se lo acerqué.
- Ah ah... así no me vale.
- ¿Cómo que no? ¿Y entonces qué?
Señaló mis labios y sonrió después. Le miré alzando las cejas, como diciendo "no puedes ir en serio". Pero finalmente, lo mordí por un lado y se lo acerqué. Él también acortó las distancias y lo mordió por el otro lado. Pero en lugar de partirlo a la mitad, el chocolate se fundió en nuestras bocas mientras otro beso tenía lugar aquella perfecta noche.
Sus manos volvieron a mi espalda, esta vez hasta la altura de mi sujetador, y después de unos segundos de tensión, se desabrochó, sin mucho esfuerzo.

1 comentario: